L'OLIVERA MALLORQUINA.
Cóntam, vella olivera,
Mentres sèch alenant sobre la roca,
Noves del temps d'enrera
Que escritas llitx en ta surenca soca.
Jo vinch a recolzarme
A tas nuadas rels, trist d'anyorança,
Perque vullas tornarme
Dels bens que n'he perdut sols l'esperança.
Ton delicat fullatge,
Que sota 'l blau del cel l'ambat oreja,
Es de la pau l'imatge,
De tots los goigs de la ciutat l'enveja.
EL OLIVO DE MALLORCA.
Mientras jadeante me siento en esta roca cuéntame, añejo olivo, los sucesos del tiempo pasado que leo escritos en tu acorchado tronco.
Entristecido con mis recuerdos vengo a recostarme sobre tus nudosas raíces para que me devuelvas, de todos los bienes que perdí, al menos la esperanza.
Tu primoroso follaje que la brisa orea bajo el cielo azul es imagen de paz y envidia de todos los placeres de las ciudades.
Ta rama verde y blanca,
Com cabellera d'ángel t'emmantella,
Y a ta esqueixada branca
Falta, pe'l vent l'arrebassada estella.
Quant jove y vincladissa
Crexias sobre l' marge de la coma,
Xermava ta verdissa
La falç del llaurador fill de Mahoma.
L'Arab y sa maynada
Respirantne tes flors pe 'l maig sortian,
Y ta oliva escampada
Sos nets per la tardor la recullian.
¡Ab quín dol, escoltantne
Del corn aragonés lo toch de guerra,
Tallá tos brots, donantne
Empriu a l'host de la guanyada terra!
Y 'l jorn de la conquista
Ab llágrimes del cor senyant sos passos,
Sense girar la vista,
Sortí ab l'infant mes xich estret als brassos.
Los cavalls trapitjaren
Dins lo solch sarrahí les bruyes tendres,
Y l's ferros enfonzaren
De la alquería en las calentas cendres.
El manto de tu rama verde y blanca te cubre como cabellera de ángel y a tu desgajado tronco le falta la astilla arrancada por el viento.
Cuando tierna y flexible crecías en las márgenes del soto, la hoz del labrador hijo de Mahoma escamondaba tus retoños.
El árabe y su tribu salían por Mayo a respirar el ambiente de tus flores y por el otoño sus nietos recogían tus olivas desparramadas.
¡Cuál fue su dolor cuando al oír el toque de guerra de la trompa aragonesa, te cortó un tallo para ofrecer a la hueste enemiga el homenaje del subyugado territorio!
Y el día de la reconquista (pone conquista arriba), marcando sus huellas con lágrimas de su corazón, salió llevándose estrechado en sus brazos al más pequeño de sus hijuelos.
Los caballos pisotearon la mies recién nacida en los surcos del sarraceno y hundieron sus herraduras en las cenizas calientes de las alquerías.
(Nota: Lo de llorar por los moros es también típico de los ploramiques catalanistas, como veis en este poema.)
¡Cóm reposava a l'ombre
Deslliurat lo baró dels durs arnesos,
MentrE 'ls llebrers sens nombre
Jeyan al sol assedegats y estesos!
Y de son puny volantne
Lo manyach esparver dalt tú s' posava,
Las unglas encreuhantne,
Y 'ls tendres cims dels branquillons vinclava.
Quant era un' alta ermita
Aqueix claper de trossejada runa,
Lo místich cenobita
Aquí s'agenollava al clar de lluna.
Al toch del monestiri,
Mans plegades al pit, pregaries deya,
Y 'l cel en son deliri
Per lo rexat de ton ombratge veya.
Are aquí 'l temps enganya
Lo pastoret qu' embadalit s'atura,
Y ab flaviol de canya
Gira l' ramat que al comallar pastura.
Mentras l'ovella tosa
Ab lo clapat anyell entorn apila,
La cabra delitosa
Tos tanys novells per rosegar s'enfila.
¡Cómo descansaba a tu sombra el barón aliviado de sus duros arneses, mientras sus lebreles innumerables yacían al sol tendidos y sedientos!
Y el azor domesticado volando de su puño subía a posarse en ti cruzando las uñas y cimbreaba las tiernas puntas de tus ramos.
Cuando ese montón de escombros despedazados era una elevada ermita, arrodillábase aquí el cenobita devoto a la claridad de la luna.
Y al oír la campana del monasterio, con las manos cruzadas en el pecho, rezaba sus oraciones y en su místico delirio entreveía el cielo al través de la celosía de tu ramaje.
Hoy el pastorcillo que se detiene aquí embebecido deja correr las horas y con su caramillo de caña guía el rebaño que pace en la hondonada.
Mientras recoge la esquilada oveja con su pintado corderillo, la cabra juguetona se empina para roer tus tiernos retoños.
Arbre, amich del que plora,
Dosser sagrat d' eternitat serena,
Jo 't sento grat de l' hora
Que m' has aydat a conhortar ma pena.
Tú al còr n'has donat forsa,
Tú apar que 'm tornas juventut perduda,
Com de ta axuta escorsa
La sava n'ix que ton brancatge muda.
Jo moriré, y encara
Espolsara l' mestral ta negra oliva...
Res será del qu'es ara;
Tú sobre 'l blau penyal romandrás viva.
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Árbol amigo del que llora, dosel sagrado de tranquila eternidad, yo te agradezco
estos instantes en que me ayudaste a conllevar mis penas.
Tú distes fuerzas a mi corazón, tú me devuelves, al parecer, mi juventud perdida, como renueva tu ramaje la savia que asciende por tu árida corteza.
Cuando yo muera, el
aquilón sacudirá todavía tu negra oliva.... nada será de lo que
hoy es: pero tú subsistirás, viva sobre los azulados peñascos.
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Lo poema de Laura Miravete de La Fresneda, "la olivera del racó de mars", lo vach lligí fa mol tems, ella mateixa m´el va dixá. No sé si está publicat an algún dels seus llibres.
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