CONSTANÇA D'ARAGÓ.
1284.
https://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_III_de_Arag%C3%B3n
https://es.wikipedia.org/wiki/Constanza_II_de_Sicilia
- Respira, cor meu, respira,
Que prest del foch que 'l' turmenta
No romandrá ni una espira:
Un broll de sanch no 'm retgira
Si de sanch las taques renta.
De ta llarga malaltía
Remey será aquexa sanch.
¿Qu'importa que noble sia?
Mes ho era la qu'un dia
Feu vermell mon manto blanch.
En mitx de tanta grandesa
Qu'als pesars consol no dona,
De cruels inimichs ofesa,
Per enganar ma tristesa
Duya d'òr una corona.
CONSTANZA DE ARAGÓN.
1284.
-
Alienta, corazón mío, alienta; pronto no quedará ni una chispa del
fuego que te abrasa; no me infunde pavor un chorro de sangre, si lava
manchas de sangre.
Medicina
a tu larga enfermedad será esta sangre. ¿Qué importa que sea
noble?
Más lo era la que un dia enrojeció la blancura de mi
manto.
En medio de tanta grandeza, escaso lenitivo a mis pesares, por crueles enemigos ultrajada, no logró jamás mi corona de oro engañar mi tristeza.
Mes fins ara 's pot dir qu'era
Reyna solament de nom
L'esposa del rey en Pere:
Que som reyna vertadera
Ben prompte ho veurá tothom.
Res em fa que pugan creure
Que de bronzo un cor abrich.
No 'm quedarán res a deure:
Del cálzer que 'm feren beure
Ne beurá mon inimich.
Que plor. Si. Qu'ensaboresca
Aquell glop d'amarch verí.
Per ágre que li paresca,
Com las gotes d'una bresca
Els seus plors serán per mí.
Y ¡cóm s'engana si espera
Que podrá la compassió
Fer tornar mon bras arrera!
L'esposa del rey en Pere
Arrera no torna, no.
Primer daria a mans plenes
Les joyes de mon tresor,
Mon manto faria benes,
Sanch treuria de mes venes,
Trossos faria mon cor.
Que totes les nits encara
Quant estich mitx condormida,
M'arriba una veu ben clara,
La triste veu de mon pare,
Que “mort y venjança” crida.
Mas, hasta ahora solo en
el nombre puede decirse que era reina la esposa del rey Don Pedro,
pronto confesará el mundo que soy reina verdadera.
Que lo crean, que es de bronce mi corazón! Saldada quedará la deuda. Del cáliz que me dio a beber beberá mi enemigo.
Que llore. Sí. Que saboree toda la hiel de aquel veneno. Qué importa que sea amargo; como gotas de miel serán sus lágrimas para mi corazón.
Y ¡cuánto se engaña si espera que podrá la compasión detener mi brazo! No retrocede, no, la esposa del rey Don Pedro. (III de Aragón)
Antes desperdiciaría las joyas de mi tesoro, trizas haría de mi manto real, regaría la sangre de mis venas, rompería en pedazos mi corazón.
Que todas las noches, cuando viene el sueño a cerrar mis párpados, llega todavía la voz triste de mi padre clamando “muerte y venganza”.
Venjança, dolsa venjança,
Anys fa qu'envers tú m'empenyen
El desitx y l'esperança;
Pero avuy mon bras l''alcança,
Avuy mos brassos l''estrenyen.
No 'l' deixaré. No m'espanta,
No 'm gela 'l cor el nom teu:
Quant ets justa també ets santa,
Ets un cástich qu'adelanta
L'invisible má de Deu.
Me venjaré a tota ultrança:
Qu'el botxí son ferro esmol,
Y axí veurán còm s'alcança;
Qu'aquesta avorrida França
En sentir mon nom tremol. -
Axó 's deya a sí matexa
La reyna dona Constança,
La muller del rey en Pere,
Qu'en la Sicilia comanda.
En son palau de Messina
Tanta de gent s'ha aplegada,
Que en sa cort, mes no 'n tendría
L'emperatriu de Alemanya.
En son trono está la reyna
Ab la corona posada,
Ab lo pom d'òr y lo sceptre,
Distintius de soberana.
Dels infants que tant estima
Un ne vol a cada banda,
Venganza, dulce venganza! años ha que a ti me arrastra mi anhelo, tú eres mi única ilusión; mas hoy logro alcanzarte, hoy te estrecho entre mis brazos.
No te dejaré. No me estremece, no hiela tu nombre mi corazón; eres el castigo que anticipa la invisible mano de Dios.
Me vengaré a todo trance; que afile su hacha el verdugo; así verá el mundo como tiembla solo a mi nombre esa aborrecida Francia. -
Así hablaba a su corazón Doña Constanza, la esposa del rey Don Pedro, la soberana de Sicilia.
Es tanta la muchedumbre que se ha juntado en su palacio de Mesina, que más grande no la tuviera en su corte la emperatriz de Alemania.
En su trono está la reina, ceñida a su frente la corona, en sus manos el globo de oro y el cetro, emblemas de soberana.
A su lado tiene a sus amados hijos, su alteza
Té en Frederich a má esquerra,
A má dreta l'alt en Jacme.
Y sols ells tres allá séuen
En les cadires daurades,
Sobre vistosa catifa
De
flors vermelles y blaves.
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Ornament que sembla impròpi,
Del costat la paret tapan
Una folgada cortina
Y un dosser de negre llana.
De Jesucrist la figura
Imponent allá destaca,
Coronat el cap d'espines,
En la creu les mans clavades,
Devant ella resplandexen
De cera groga sis atxes
Que ab la seua llum recordan
Les de trista funeraria.
Y prop d'allá per lo sèries
De terror el pit conglassan
De set rigurosos jutges,
Vestits
de negre, les cares,
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Ni se miren, ni sonríuen,
Ni se parlan ab veu baxa,
Y aquella cambra está plena
De cavallers y de dames;
el infante Federico a la izquierda, y a la diestra Don Jaime.
Solo ellos tres ocupan los dorados asientos sobre una vistosa alfombra de flores azules y coloradas.
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Impropio semeja el ornamento de la estancia; de un lado cubren la pared una holgada cortina y un dosel de negra lana.
En el fondo destaca severa y majestuosa la imagen de Jesucristo, coronado de espinas y clavado en la cruz.
Sobre el altar resplandecen seis blandones de amarilla cera, y su luz recuerda la de tristes funerales.
Y junto a él se hallan sentados y vestidos de negro siete jueces de imponente aspecto; su rostro hiela de terror.
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No
se dirigen una mirada, ni sonríen, ni se hablan por lo bajo, y está
llena la sala de damas y caballeros,
De patges y de donzelles,
De barons de antich paratge,
De prelats que duhen mitra,
De guerrers qu'han guanyat fama;
De valents que compartexen
Ab el gran Rotger de Lauria
Lo domini de les ones,
Els perills de les borrasques.
Hi há nobles de Sicilia,
De la Grecia, d'Alemanya,
Catalans, aragonesos...
Sols
un de francesa rassa.
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Del tronch d'Anjú noble rama,
Que a n'en Rotger sens afronta
Rendí sa vensuda espasa,
N'es aquest qu'allá se troba
Presoner y en mitx de llançes,
Aguardant que decidesca
De sa vida una paraula.
Ni la tem, ni la provoca.
De sos ulls tranquils no saltan
Ni de fel amargues gotes,
Ni espires d'encesa rábia.
Sabent a qué está sotsmesa
La cega sòrt de les armes,
Ni l'orgull son front axeca,
Ni 'l dolor son front acala.
De pajes, doncellas y barones de antiguo linaje, de prelados y guerreros de ilustre fama,
De valientes que con el gran Roger de Lauria compartieron el dominio de las olas y el peligro de las tormentas.
Hay nobles de Sicilia, de Grecia, de Alemania, catalanes, aragoneses.... uno sólo hay, uno de francesa estirpe.
Don Carlos príncipe de Nápoles, de la noble rama de Anjou, el que sin afrenta depuso a los pies de Roger su vencida espada,
Es el que allí entre lanzas se halla prisionero, aguardando a que decida de su suerte una palabra.
Ni la teme, ni la provoca. De sus tranquilos ojos no se desprenden amargas gotas de hiel, ni una chispa de furor centellea de sus pupilas.
Sabe que es ciega la suerte de las armas, he aquí porqué ni eleva su frente el orgullo, ni la abate el dolor.
Mes fort que son bras de ferro
Quant feria en la batalla,
Un cor té que no 'l doblegan
De la mort les amenasses.
Prou coneix qu'ella s'acosta,
La remor sent de ses ales,
Y la sent com grossa alzina
Els bramuls de la ventada.
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Fit a fit la reina 'l mira,
Y llavores sí que ratja
Sanch mes viva y mes bullenta
De son cor l'antiga llaga!
Del color de les roselles
Enceses mostre les galtes,
Y del foch qu'en son pit cova
Respiran p'els ulls les flames.
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Rompent
aquell llarch silenci:
- ¿Sabeu, oh jutges, esclama,
Que del Rey Manfré som filla?...
Som la filla desditxada! -
Y sa passió rencorosa
Cedint a la pena amarga,
Son esperit li flaquetja,
Y sos ulls en plors esclatan.
Más fuerte que su brazo de hierro cuando hiere en la batalla, más fuerte es su corazón; no le ablandan las amenazas de la muerte.
Bien conoce que esta se aproxima, ya siente el rumor de sus olas; siente como la poderosa encina los bramidos del vendaval.
Le contempla la reina tenazmente, fija en él su mirada, y es entonces más viva y ardiente la sangre que chorrea por la antigua llaga de su corazón.
Enciende su rostro el color de la amapola, y sale por sus ojos la llama del fuego que devora su pecho.
Rompiendo aquel tan largo silencio exclama:
¿Sabéis, oh jueces, que soy la desdichada hija del rey Manfredo?... -
Y cediendo a su amarga pena la pasión rencorosa, flaquea su espíritu y rompe en llanto.
- No ploreu, aquells responen,
Senyora, seréu venjada.
Del rey Manfré la memoria
Lo temps no ha esborrat encara.
Del rey Coradí l'afronta
Hem pesat en la balança:
Cap per cap es la justicia,
Mort per mort la lley demana. -
- Demá...! y s'atura. - Reyna!
Diu el príncep ab gran calma,
Si fòs encara possible
Demanaria una gracia.
- No hi há mercé. - Es tan petita!
- Y es? - Morir quant la campana
Tòqui a las tres del capvespre
La tercera batayada.
- Per qué axí?... - Demá 's divendres,
Mon calvari es una plassa,
Y en el seu en aquesta hora
Mon
Redemptor espirava.
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Commoguda, com si fossen
Tan poques y humils paraules
Ferest tró d'una centella
Que reventás dins la cambra,
La reina s'axeca dreta,
Gira el cap, y ses mirades
En la figura 'n tropessan
Que baix del dosser ressalta.
- No lloréis, responden los jueces, seréis vengada señora. El tiempo no ha borrado todavía la memoria del rey Manfredo.
Hemos pesado en la balanza la afrenta del rey Coradino; cabeza por cabeza, esta es la justicia; muerte por muerte, esta es la ley.
- Mañana...! y se detiene. - Reina! dice el príncipe con sosiego, si aún fuera posible os pediría una gracia.
- No hay perdón. - Es tan corta...! - Y es?
- Morir a las tres de la tarde, al sonar la tercera campanada.
- Por qué así?... - Mañana es viernes, una plaza es mi calvario, y en el suyo y en aquella hora exhaló mi Redentor el último suspiro. -
Conmovida, como si estas breves y humildes palabras fuesen el pavoroso trueno de un rayo caído en la estancia,
Levántase la reina, vuelve la cabeza y su mirada se encuentra con la figura que bajo el dosel extiende sus brazos.
Gran batech el cor li dona,
Mut gemech son pit eczhala, (exhala)
Y ab sa veu que li tremola,
Pero veu ben estil-lada:
- Barons, diu, en Catalunya
Lo Rey mon espòs s'encuantra,
A ell li pertany fer sentencia
De tal príncep en la causa.
Si mon perdó necessita,
Lo té ja, qu'a mí no 'm bastan
Els llorers que se mostian,
Els llorers qu'ab sanch se guanyan. -
Com estorats tots se quedan
Mentres qu'ella s'adelanta,
Al príncep besa en la boca
Y sa ma dreta li allarga.
Y ningú 's tem que sa esquerra
Comprimint son pit estava,
Y que 's deya a sí matexa:
- ¡Calla, cor meu, calla, calla!
No 'm recordis que som reyna,
Recórdem que som cristiana,
Que Jesucrist es mon mestre,
Que Jesucrist es mon pare. -
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Sacude su corazón un fuerte latido, mudas quejas su pecho exhala, y con voz temblorosa pero segura:
- Barones, dice, en Cataluña se halla el rey mi esposo, a él toca fallar en la causa de este príncipe.
Si mi perdón necesita, lo tiene ya; no me bastan laureles que se marchitan, laureles ganados con sangre.
Asombrada queda la muchedumbre mientras ella se adelanta, besa al príncipe en la boca y le alarga su diestra.
Y
nadie se apercibe de que comprimiendo con la otra mano su corazón,
le decía:
- Calla, corazón mío, calla, calla!
No
me recuerdes que soy reina, recuérdame que soy cristiana, que
Jesucristo es mi maestro, que Jesucristo es mi padre. -
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