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miércoles, 21 de julio de 2021

IV, PARTENSA.

IV

PARTENSA.

¡Prech á Deu fosses mirall,
¡Prech á Deu!,
De los fillets del traball!
***

Traballs rodejat l´havían
Desde ´l matí a la vesprada;
Traballs be podían dirse
Del pobre malalt lo pare.

Ab la suor del seu front
Lo pa dels infants guanyava;
Peresa jamay havía
Visitat la seua casa.


IV
DESPEDIDA.

¡Ojalá fueras espejo,
¡Ojalá!,
Del trabajador moderno!

***

Los trabajos rodearon su cuna, y rodeaban su lecho de muerte. Los trabajos habían sido el padre del pobre enfermo.

Con el sudor de su frente ganaba el pan de sus hijos; la pereza no había visitado nunca su casa.


Dematí dematinet
Quant l´aurora clarejava,
Del obrador lo llindar
Ja´l veya llest presentarse.

Lo vespre quant la claror
Dels portals s´en es anada,
Revoltat de sos infants
Y ab l´esposa que ben ama;

Devant una Dolorosa,
Consol de les seues ánimes,
Les oracions del rosari
Ell en familia resava.

En lo día del Senyor,
Repòs de la greu setmana,
L´esperit en lo sant temple
Les veus del cel ascoltava.

Les cases del vil plaher,
Hont l´honradesa s´esglaya,
Les cavernes hont se jura
La perdició de la patria,

D´eix menestral nobilíssim
No conexían la cara;
D´eix honrat traballador
May, may sentiren les passes (pass* se talle)


Muy de madrugada, cuando clareaba la aurora, veíalo el taller penetrar con alegre ánimo por sus puertas.

De noche, cuando la luz ha desaparecido de las tiendas, rodeado de sus hijos y de su amada esposa;

ante una imágen de la Vírgen de los Dolores, consuelo de sus almas, rezaba en familia las oraciones del santo Rosario.

El Domingo, día de descanso de la trabajosa semana, acudía á la parroquia á escuchar las refrigerantes voces del cielo.

Las moradas del vil placer, donde la honradez sufre desmayos; las cavernas donde se jura la perdición de la patria;

no conocían el rostro de este nobilísimo menestral; nunca, nunca oyeron los pasos de tan honrado trabajador.


Quant la dolça primavera
Empeny la trista ivernada,
Y recorda Mare Esglesia
Los misteris de la Pascua.

Llevòrs al peu del Sagrari,
Les culpes del any rentades,
Rebía de Deu lo Còs,
Lo pa celestial del ánima.

Y després, ¡oh santa vida!

¡Oh la singular creuada!,
Lluyta severa y perpetua
Contra ´l mal qui l´assetjava.

Oh la vida profitosa
D´eix home que ara batalla
Ab l´angoxa de la mort,
Que s´en es venguda irada.

Miraulo, feels dexebles
Del que morí per nosaltres;
Miraulo y preneu exemple
De paciencia y de constancia.

Jau en un pobre llitet
De pobre mes neta casa;
L´esposa ´l serveix plorant,
Lo sacerdot l´encoratja.


Cuando la dulce primavera vence al triste invierno, y la Santa Madre Iglesia recuerda los misterios de la Pascua,

entónces, al pié del Sagrario, lavadas en la piscina de la Penitencia las culpas de todo el año, recibía el Cuerpo de Jesucristo, el pan celestial del alma.

Y despues, ¡oh santa vida! ¡oh singular combate!, luchaba severa y continuamente contra el mal, que nos acecha por todos lados.

Bendita y aprovechada vida la de este hombre, que ahora batalla con las ansias de la próxima arrebatada muerte.

Miradle, discípulos del que murió por nosotros en la Cruz, miradle, y tomad ejemplo de paciencia y de constancia.

Está acostado en pobre cama, de pobre pero limpia alcoba; la afligida esposa le sirve, el sacerdote le infunde valor.


Fa poch que ha tengut la ditxa
De unirse ab lo Deu de gracia;
Y ungit ab lo sagrat oli
Emprèn la derrera marxa.

Los ulls d´amor espirejan,
Se conmou sa trista cara,
Y coralment pronuncía
Les més alegres paraules.

Quant lo ministre de Deu,
De l´eternitat li parla,
Sa boca sent de la gloria
La dolçor no pregustada.

Recorda los seus pecats
Y´l perdó n´implora ab ansia,
Estrenyent un Crist mil voltes,
Donantli dolces besades.

Y crida á los seus infants
Qui defora en plors esclatan,
Y tenintlos en torn seu
Los diu ab veu menyscabada:

“Infants meus, sïau feëls
Tota la vida á la gracia;
Ascoltau la veu severa
Que´l traball vos encomana.


Há poco tuvo la dicha de recibir al Dios de la Eucaristía; y ungido con los santos óleos emprende la última etapa.

Sus ojos chispean de amor; se conmueve de gozo su triste semblante; y pronuncia entre dientes las más alegres palabras.

Cuando el ministro de Dios le habla de la eternidad, su paladar siente la no gustada dulzura de la Gloria.

Acuérdase de sus pecados, y contrito pide indulgencia, estrechando mil veces un Crucifijo, dándole dulcísimos besos.

Y llama á sus hijos, que en la antesala se deshacen en llanto, y, al verlos al rededor de la cama, les dice con entrecortada voz:

“Hijos míos, sed fieles toda la vida á la Religion; escuchad la voz del deber que os recomienda el trabajo.


Alçau los ulls á n´el cel
Si la dissort vos aglaça;
Pregau per mi, fillets meus...
No us oblideu de la mare...”

Y baxa ´l cap, y ab l´angoxa
Les forces perdent anava;
Y mira aprés la familia,
Y mira al Crist... y badalla.

Ab un “¡Jesús meu, teniume!”
L´esperit dexa sa cárcer;
Queda ´l còs just si dormís,
L´esperit s´en va á la Patria.


Mars de 1876.


Si la contraria fortuna os abate, levantad los ojos al cielo; hijitos míos, rogad por mí...No os olvidéis de vuestra madre...”

Y baja la frente, y la angustia le hace perder las fuerzas: mira á la familia, mira al Crucifijo.... y exhala el último aliento.

Con un “¡Jesus, valedme!” el espíritu deja su cárcel; el cuerpo queda como si estuviese dormido, el espíritu sube á la Patria.

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