jueves, 29 de julio de 2021

XII, LA MORT DE SANT PAU.

XII

LA MORT DE SANT PAU.

Ego enim jam delibor, et
tempus resolutionis meae instat.
Bonum certamen certavi,
cursum consummavi.
(Ad Tim cap. IV.)


Al peu del Capitoli, que domina
De la reyna del Tíber los palaus,
En mig de cendres y de greu ruína,
Se descubreix la carçre Mamertina,
Últim alberch de presoners y esclaus.

Les cendres y les ruines qu´estremexen
Los vents al devallar del Apení,
Son los casals antichs que no existexen,
Son los vells caserius que desparexen
Perque Céssar Neron ho mana axí.


XII
LA MUERTE DE SAN PABLO.

Al pié del Capitolio, que señorea los palacios de la reina del Tíber, entre escombros y montones de cenizas, se descubre la cárcel Mamertina, último asilo de prisioneros y de esclavos.

Las cenizas y las ruinas, que el viento sacude al bajar del Apenino, son las antiguas (la i no se ve) casas solariegas, que han sido derribadas por el fuego; son los viejos caseríos, que desaparecen, porque César Neron lo manda.


Roma sotsmesa baix d´un jou de ferra,
No té un cor que renegui dels tyrans;
Roma envilida dins lo fanch y l´erra
Declara als bons inacabable guerra,
Y llepa´l fuet que brandan los vilans.

¡Als bons!... Dins exa carçre malanada,
Dins exa cova que l´Imperi té
Pera guardar sa vída assegurada,
Espera ´l sol de la derrera diada
Un home just, un defensor del bé.

Es un valent que de llunyana platja
N´es vingut contra´ls vicis á lluytar,
Pero de Roma el gobernant selvatje
No comprèn d´eix soldat lo pur llenguatje,
Y ordres dona per ferlo degollar.

Es lo Apòstol de Crist, qu´ha corregudes
Les nacions y provincies infidels
Per l´espasa romana combatudes,
Y á ses gents sota del pecat segudes
Ha duyt la creencia y lo perdó dels cels.

Y ara del bé qu´ha fet en recompensa,
En premi dels dolors qu´ha alleugerat,
En premi de l´humana renaxença
Qu´ha sostengut ab valentía inmensa,
Per los humans á mort es condemnat.


Roma, sometida al férreo yugo, no tiene ni un corazon que reniegue de la tiranía; Roma, encenegada en el vicio y el error, declara incansable guerra á los buenos, y lame el látigo que blanden manos viles.

¡Los buenos!... En esa cárcel maldita, en esa cueva que el Imperio tiene para defenderse de importunas agresiones; espera el sol de su último día un varon justo, un defensor del Bien.

Es un héroe, que vino de lejanas tierras á pelear contra los vicios; pero el déspota de Roma no comprende el purísimo lenguaje de ese valiente, y da la órden de decapitarlo.

Es el Apóstol de Cristo, que recorrió las provincias y naciones infieles, expugnadas por el romano brazo; y á tantas gentes, sentadas á la sombra de la muerte, llevó la creencia y el perdon divinos.

Y ahora, en recompensa del bien que ha hecho, en premio de los dolores que ha consolado, en premio del Renacimiento moral de la humanidad, que ha predicado con inquebrantable valor; los hombres le condenan á muerte.


¡Miráulo!, dret en la presó; ferida
D´una aurora de Juny pe´l raig primer
Qu´entra per la finestra empetitita,
La cara del Apòstol enardida
Resplendeix com lo sol dematiner.

La barba en llargues trenes retorçuda,
Sobre´l pit inflamat de sant ardor,
La capa sus l´espatlla decayguda,
La má per les cadenes abatuda
Y els ulls fixats en la llampant claror.

Una dolça visió de l´esperança
Brilla en los ulls oberts del gran cristiá;
Ab l´oratjol del día que s´atança,
Les aures de l´eterna benhaurança
Afalagan son front sobrehumá.

Recorda Saulo ses etats primeres,
La ja passada ardenta jovintut;
Les un jorn penosíssimes carreres,
Per escampar les noves enciseres
De la gracia, la gloria y la virtut.

Y ab l´accent de profunda melanjía
Qu´els genis contrariats solen tenir
Quant ve llur suspirada derrería,
Mes ple del esperit que l´enfortía,
Deya parlant ab sí meteix: - “¡Finir!;


¡Vedle!, de pié en la prision; alumbrada por el primer rayo de un día de Junio, que entra por estrecha saetera, la cara del Apóstol, enardecida, resplandece como el sol de la mañana.

La barba, retorcida en largas trenzas, sobre el pecho, inflamado en santos ardores; el manto, caído de sobre los hombros; las manos, abatidas por las cadenas; y los ojos, fijos en la brillante claridad.

Dulce vision de la esperanza chispea en los abiertos ojos del gran cristiano; con la brisa matinal, las auras de la Bienaventuranza acarician su transfigurada frente.

Saulo recuerda su primera edad; su ardiente juventud; y recuerda sus penosísimos viajes, para propagar las grandes nuevas de la gracia, la gloria y las virtudes.

Y con el acento profundamente melancólico, que los genios contrariados suelen usar al acercarse su ansiada postrimería; pero lleno del espíritu de fortaleza, decía, hablando consigo mismo:
- “¡Morir!


¡Finir quant l´enemich posseyeix les portes
De la humanal ciutat;
Finir quant tantes ánimes veig mortes,
Y en tenebres la pobre humanitat!

Perque he volgut el bé de les criatures
Encadenat ne som;
Mes l´ánima romprá estes lligadures,
Y volará al bon Deu com un colom.

Desitj qu´est tabernacle se disolga,
Y esser prompte ab Jesús;
Qu´en pols ma vestidura se resolga,
Y anármen d´aquest mon que corre il-lús.

Molts que´s deyan amichs son traydors ara,
Quant abatut m´han vist;
Alexánder y Démas copa amara
Beure fan al enviat de Jesucrist.

¿Qué importa? El Reyne de la pau divina
Dins la Ciutat s´extén;
Dins la matexa carçre Mamertina
Lo foch de Gracia y d´Esperit s´encén.

La llavor de la Fe s´es derramada
Del Orient al Ocás,
La Fe qu´en altre temps fo maltractada
Pe´l fariseu, la vía de Damás.


¡Morir, cuando el enemigo posee las puertas de la ciudad del mundo; morir, cuando tantas almas yacen en la muerte; y las tinieblas cubren la Humanidad!

Porque quise el bien de los hombres, encadenado estoy. Pero mi alma romperá estos nudos, y volará á Dios como una paloma.

Deseo que este tabernáculo se disuelva; deseo hallarme pronto con Jesucristo; que en polvo se convierta mi carne, y huya mi alma de este mundo ilusionado.

Muchos que se decían amigos, resultan traidores, al verme vencido. Alexánder y Démas dan á beber amarga copa al enviado del Salvador.

¿Qué importa? El reino de la paz de Dios se propaga en la Ciudad; hasta en la cárcel Mamertina prende la llama del Espíritu.

La semilla de la Fe sembróse del oriente al ocaso; la Fe, perseguida ayer por el Fariseo, de Damasco en el camino.


¡Y còm ens resisteix la Sinagoga,
Reptant á los crehents!
No vol que la barrera se remoga
Pera obrir pas á les humanes gents.

¡Ella m´ha perseguit per mar y terra,
Ella avorreíx mon nom;
Mos germans israelites dura guerra
Juraren cechs al cristiá renom.


“La paraula de Fe de ells es llevada,
Y es duyta als infidels;
Y l´hora d´un nou poble es arribada,
De bones obres seguidor excels.


El pare benehit, qu´es invisible,
L´Unigènit enviá;
Y´l Senyor humiliat en carn visible
A les figures cumpliment doná.

Ara ja ni en Judea ni en Samaria
l´únich altar veurém,
Mes de la terra en l´infinita amplaria
Los temples del amor axecarém.

“L´amor, la gracia, la virtut divina,
Lo goig universal;
Perque devant la Creu la Palestina
Dona als hòmens un òscul fraternal.


¡Y cómo se nos resiste la Sinagoga, desafiando á los creyentes! No quiere destruir la antigua barrera y abrir paso á todos los pueblos.

Ella me ha perseguido en todas partes; ella aborrece mi nombre. Mis hermanos israelitas juraron, en su ceguedad, encarnizada guerra al Cristianismo.

Quítaseles la palabra de la Fe, y es llevada á los infieles: ha llegado la hora de constituir un nuevo pueblo, excelso seguidor de buenas obras.

El padre en las alturas invisible, envió al Unigénito; y el Señor, humillado en carne visible, dió cumplimiento á los antiguos símbolos.

Ya ni en Judea, ni en Samaria veremos el único altar; sino que en la infinita redondez de la tierra, levantaremos los templos del amor.

El amor, la gracia, las virtudes de Dios, el gozo universal; porque ante la Cruz, la verdadera Palestina da á todos los hombres el ósculo de la fraternidad.


Jo he visitat les illes de l´Acaya,
Menat pe´l dit de Deu;
Y sens la ciencia y ab polvorosa saya,

Los he mostrat la ignominiosa Creu.

Los sabis del Areópago sentiren
Que´l Deu desconegut
Que los antichs poetes enaltiren,
A redimir los hòmens es vingut.

La incerta ciencia dels prohoms d´Atenes,
Qu´era ergull solzament,

Se posa les dolcíssimes cadenes
De Fe cristiana y renovada´s sent.

De la mar de Corinto á Macedonia
La Grecia he corregut;
No hi há ciutat capdal, no hi há colonía
Hont la Gracia de Deu no m´haja dut.

Y perills en la mar y en les planures,
Perills de nit y jorn,
Perills y cansament y desventures,
Y fam y set en qualsevol sejorn.

Moltes voltes los grechs apedregaren
A est home malhaurat;
Moltes voltes les ones l´enfonzaren,
Perque´l Regne de Deu fos ofegat.


Yo visité las islas de la Acaya, guiado por el dedo de Dios; y, sin ciencia de mi parte, y en traje de peregrino, les enseñé la ignominia de la Cruz.

Los sabios del Areópago oyeron que el Dios ignoto, celebrado por los antiguos poetas, ha venido á redimir á los hombres.

La incierta ciencia de los sabios atenienses, que sólo era orgullo, se pone las dulcísimas cadenas de la Fe cristiana, y adopta verdaderos principios.

Desde el mar de Corinto á Macedonia, he recorrido toda la Grecia; no hay ciudad capital, no hay colonia, á donde no me haya llevado la gracia de Dios.

Y peligros en el mar, y en la tierra; peligros de noche, y de día; peligros, y cansancio, y desgracias, y hambre, y sed, en todas partes.

Muchas veces los helenistas apedrearon á este desventurado; muchas veces las olas lo cubrieron, para ahogar el Reino de Dios.


Oh fills de l´alta Grecia estimadíssims,
Goig y corona meus,
Estáu en el Senyor, fillets caríssims,
Vulláu per sempre enderrocar los deus.

El senyor vostres còssos dirigesca
Y´ls nobles cors anim,
Y esperit de paciencia us infundesca,
Y eus apart de tacarvos ab lo crim...

“Jo he vingut fins al centre del Imperi,
Per divinal Bondat;
Mes, ay, que´ns hi preparan cementeri,
Perque ´ls fa mal la llum de Veritat.

Lo Crist desde la cima del Calvari
Morint vencé la mort,
Mes la mort y l´infern en son desvari
Forcetjan per destruir la nostra sort.

Italia, la Senyora de la terra,
Italia ´s lliga ab ells,
Italia nos rebutja y nos desterra,
O tira ´ls nostres còssos als arpells.

Roma, superba Roma, tu qu´esclafas
Lo mon ab ton greu pes,
Tu qu´ab vils ferros á los justs agafas,
Contra´l Deu inmortal no podrás res.


Oh queridos hijos de la exclarecida Grecia; mi gozo y mi corona; estad en el Señor, hijos carísimos: derribad para siempre los infames dioses.

El Señor dirija vuestros pasos, y anime vuestros corazones, y os infunda espíritu de paciencia, y os preserve de mancharos con el crímen de la idolatría...

“Yo he venido hasta el centro del Imperio, por bondad de Dios; mas, ¡ay!, que aquí se me ha cavado la fosa, porque la luz de la verdad daña sus ojos.

El Cristo desde la cima del Calvario, muriendo venció la muerte; mas la muerte y el infierno en su furor forcejean para destruir nuestra dicha.

Italia, la señora del orbe, Italia se une á ellos; Italia nos rechaza, nos destierra, ceba con nuestros cuerpos las aves de rapiña.

Roma, soberbía Roma, tú que aplastas el mundo con tu peso; tú que vilmente aherrojas á los justos; contra Dios inmortal no podrás nada.



Les tenebres d´infern s´acaramullan,
L´ignorancia ´s remou,
Plens de verí y de rabia los cors bullen,
Perque dels ídols cruximent ja s´ou.

De l´una part los fruyts de la materia:
Latrocinis violents,
Adulteris y morts y gran llatzeria,
Y mentides crüels en los potents.

De l´altra part les glories religioses,
Los fruyts del Esperit;
Éram abans tenebres horroroses,
Ara llum celestial en Jesucrist.

¿Y tu tems, Missatger de la llum pura,
Nunci del Redemptor?
¿No veus créxer la nova criatura,
L´home perfet, lo setgle venidor?

Sento de llibertat el suau aroma,
De fe, virtut y pau;
Mostrar debem á los tirans de Roma
Còm se mor per la fe d´un Deu esclau.

¡Abba! Jesús, Senyor de cels y terra,
A Vos, Pare meu, vinch;
Ni ´ls açots, ni ´l poder, quietut ni guerra
Me podrán apagar l´amor que us tinch.


Infernales tinieblas se agolpan; la ignorancia se retuerce; arden en venenosa rabia los corazones; porque ya crujen los pedestales de los ídolos.

De una parte están los frutos de la materia: violentos latrocinios, adulterios, asesinatos, miseria espantable, y crueles mentiras en los poderosos.

De otra parte las glorias religiosas, los frutos del espíritu. Éramos ántes horribles tinieblas; ahora la luz celestial en Jesucristo.

¿Y tú temes, mensajero de la pura luz, nuncio del Redentor? ¿No ves crecer la nueva criatura, el hombre perfecto, el siglo por venir?

Siento el suave aroma de la libertad; la fe, la virtud, la paz divina. Mostremos á los tiranos de Roma, cómo se muere por la fe de un Dios esclavo.

¡Abba! ¡Jesus, Señor de cielos y tierra, a Ti voy, Padre mío! Ni los azotes, ni el poder, ni la paz, ni la persecucion, me podrán apagar el amor que te profeso.


Guardí ´l depósit que de gracía un día
Jesús me confiá;
S´es consumada la carrera mía;
¡Anem!... ¡Deu per l´Esglesia vetlará!”-
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Diu lo Sant; y el Senyor de les altures
Que res oblida ni la tendra flor,
Que may gira l´espatla á ses criatures,
Un ressò de les cèliques ventures
Dexa sentir que li engrandeix lo cor.

Les guardies del Pretori reforçades
S´acostan ja ab ses llances y destrals,
Ressonant per les sòlides arcades;
Axí los glavis en les mans sagrades
S´ou retenir vora ´ls xotets pascals.

Entran; l´Apòstol á ses mans se dona,
Desafiant del Imperi los furors;
Pere surt pera rebre igual corona;
S´abraçan fortament per breu estona;
Y al Viminal s´en van ab los lictors.....

La sanch del Cristiá fou derramada,
La sentencia del Céssar per cumplir;
La Terra ab ella romangué tacada;
¡Mes l´arbre de la Creu feu gran brostada,
Y ses rames lo mon varen cubrir!!

Febrer 1874.


He guardado el depósito de la gracia que Jesus me confió; he consumado la carrera mía. ¡Vamos!... ¡Dios velará por la Iglesia!”-
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Dice el Santo; y el Señor omnipotente, que nada descuida, ní siquiera las florecillas del valle; que nunca desatiende á sus criaturas; déjale oír un eco de la celestial felicidad, que le ensancha el corazon.

La guardia del Pretorio reforzada, se acerca ya; resuenan las lanzas y segures bajo los sólidos arcos, Así las víctimas, en el sacrificio, oyen el ruido de las sagradas cuchillas.

Entran; el Apóstol se entrega á ellos, afrontando el furor de los verdugos. Pedro viene tambien, para recibir igual corona; abrázanse estrechamente breves momentos y salen para el Viminal con los lictores......

La sangre del cristiano derramóse, para cumplir la sentencia del César; la tierra quedó manchada con un crímen más; pero el árbol de la Cruz echó infinitos renuevos, y sus ramas cubrieron el mundo.

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